Me caso y heredo una familia política conflictiva ¿cómo sobrellevar la situación?

Ninguno de nosotros elige a sus cuñados, ni a sus suegros, ni a sus yernos sino que apenas si los padece y digo “padecer” en la intención de remarcar el carácter pasivo en que nos colocan estos vínculos no elegidos.

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Pareciera que aquí la palabra “político” se asociara inevitablemente a lo falto de autenticidad, a la carencia de sentimientos sinceros y quizás esto guarde relación directa con el origen de estos vínculos familiares que tienen más que ver con el contrato indirecto que con la afinidad y en los cuales en todo caso el afecto tendrá que ser una construcción a lo largo del tiempo y el conocimiento mutuo.

guardarRelación con la suegra. Foto: Monkey Business Images via Shutterstock (1)
Relación con la suegra. Foto: Monkey Business Images via Shutterstock (1)
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Ninguno de nosotros elige a sus cuñados, ni a sus suegros, ni a sus yernos sino que apenas si los padece y digo “padecer” en la intención de remarcar el carácter pasivo en que nos colocan estos vínculos no elegidos.

Uno de los más conflictivos suele ser el vínculo entre cuñadas, tal vez por lo intrincado de la psicología femenina. Este suele ser un vínculo caracterizado por la rivalidad, los celos, la competencia y la envidia, de tal manera que las comparaciones no tardan en hacer su aparición estelar ocasionando conflictos que logran a veces ensombrecer celebraciones familiares y causar roces en los matrimonios en razón de dirimirse quién de ellas (las rivales) ha gozado de la defensa de parte de hermanos, padres y esposos.

guardarRelación entre cuñadas. Foto: Eugenio Marongiu via Shutterstock (2)
Relación entre cuñadas. Foto: Eugenio Marongiu via Shutterstock (2)

Quien tiene el mejor marido, o hace más viajes, o sale a cenar a restaurantes, o tiene la mejor casa, las mejores vacaciones, el mejor auto o bien quien se embaraza primero para “dar” el primer nieto, quien se embaraza con más facilidad y tiene más hijos, quien los tuvo por parto natural o cesárea (el parto natural cotiza mejor en el prestigio familiar inter – cuñadas), quién prolongó por más tiempo la lactancia de sus hijos, quien tuvo “la parejita” (un niño y una niña), quien tiene más logros personales, mejor pelo, apariencia física y un interminable e intolerable etcétera.

Claro que solo si existe “la mirada de un otro” tiene sentido tanta competencia, porque sin juez que evalúe, carecería de sentido tanta rivalidad. Y aquí es donde aparece la figura de “los suegros” (figura sustitutiva de los propios padres) por cuyo el reconocimiento, afecto y valoración se establece semejante contienda intrafamiliar.

En los vínculos entre cuñadas se reeditan situaciones edípicas no resueltas con los propios padres y los propios hermanos, solo que desplazados a estos nuevos vínculos, que al estar menos catectizados (con menor carga libidinal) permiten desplegar el conflicto de manera que genere menos culpa, pero no dejan de ser una puesta en escena de los propios conflictos edípicos no resueltos.

guardarRelación con la suegra. Foto: Gladskikh Tatiana via Shutterstock (3)
Relación con la suegra. Foto: Gladskikh Tatiana via Shutterstock (3)

Si alguien nunca se sintió valioso para sus padres, probablemente intentará ser alguien valioso para sus suegros y es ahí que aflorará la competencia con quien se atreva a opacar su intento por ser valorado y será eliminado por mera rivalidad edípica, para así poder obtener el primer puesto frente a la mirada de los suegros (que reitero, son figura sustitutiva de los propios padres).

Así también, si alguien fue muy valorado por sus propios padres, no aceptará un segundo lugar frente a la mirada de sus suegros, ya que acostumbrada a ser la “vencedora edípica”, un escalón menos en el podio de la valoración no será bien tolerado.
Pareciera no haber salida en este triángulo edípico destinado al eterno conflicto arrojando siempre el saldo de un tercero excluído y herido en su narcisismo.

guardarRelación con la nueva familia. Foto: William Perugini via Shutterstock (4)
Relación con la nueva familia. Foto: William Perugini via Shutterstock (4)

Sin embargo siempre la mejor salida suele ser salirse allí por donde se entró a la situación de conflicto, por lo cual deponer la actitud de rivalidad y competencia permanente para simplemente aceptar que como en cualquier vínculo interpersonal puede existir o no la posibilidad del encuentro desde el afecto y la afinidad, es condición de posibilidad para lograr la armonía vincular y familiar.

Si en algún punto del camino hay un encuentro entre suegros y cuñadas será maravilloso, si no lo hay, nada hay por hacer excepto aceptar al otro tal y como es sin quedarse enganchado en las partes menos luminosas de cada uno.

Créditos de las fotos via Shutterstock: (1) Monkey Business Images | (2) Eugenio Marongiu | (3) Gladskikh Tatiana | (4) William Perugini |

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